Philip Winter, un sonidista alemán, llega a Lisboa para ayudar a su amigo, Friedrich para la producción de su película sobre la ciudad. Tres cuartos de la película, Winter se la pasa buscando a su amigo, el director. Esta búsqueda es la razón por la cual, los temas que se desarrollan en la película, adquieren movimiento y además, una dirección. El sonido, la poesía de Pessoa, el fado, el cine, la ciudad son algunos de los temas –quizá los más importantes- en la película. Pude sentir que cada uno de estos temas impulsa la búsqueda del sonidista; pero puede que Winter no solo busque a su amigo y compañero de trabajo, sino que busque también, las respuestas que su amigo ha dejado de buscar, y por ello, ha dejado de creer en las imágenes que él mismo buscaba con cámara en mano. Esta búsqueda se desarrolla en un ambiente que sentí melancólico, solitario, triste. Esa melancolía, esa soledad o esa tristeza, se convierte en un signo claro de la esperanza que va adquiriendo Philip; esa esperanza que lo hace buscar a su amigo, esperar a Teresa, trabajar sobre la película de Lisboa, conocer al chico misterioso que resulta ser un ayudante de Friedrich, quitarse el yeso (como hecho simbólico), dejarle el mensaje a su amigo, reanudar la grabación de la película. Para que al final, cuando se ha “resuelto” la situación del director y ellos dos comienzan a trabajar de nuevo en el rodaje de la película, ese ambiente que antes se hacía melancólico, y casi doloroso, pase a ser alegre, lleno de humor: vemos a ambos amigos rodando cerca del tranvía, que no se detiene, y ellos tienen que salir corriendo mientras arrastran el trípode de la cámara de manivela con la que graban.
Puedo decir, además, que la película muestra un proceso que, inherente a la búsqueda del protagonista, le corresponde realizar al espectador (y no solo a Philip). Me refiero a que, cuando llega Winter a Lisboa, llega a un lugar desconocido, totalmente solo, compartiendo el sentimiento de extrañeza que el espectador tiene con respecto a la película. Paulatinamente, Winter va encontrando los pasos de su amigo; los pasos que ha dejado en la búsqueda de un arte audiovisual puro, sin mentiras o artificios. Fritz, que con el miedo de estar apuntando con un arma a lo que graba, busca una manera de lograr captar la vida sin intermediaciones. Esta búsqueda lo ha separado ya de lo que había venido labrando, irremediablemente pues sin ese “extravío”, Winter no llegaría a aprender y a iluminar el trabajo del director amigo suyo. Entonces, lo que Winter aprende durante sus días sin su amigo, son el otro proceso fundamental. El proceso de enseñanza que no solo se realiza en el sonidista, sino también en su acompañante íntimo, o sea el espectador, nosotros.
Pienso que la película intenta crear la imagen, o una visión sobre el cine que, conforme con la época y los adelantos técnicos y tecnológicos, corresponda aún a una manera de provocar en el espectador una serie de emociones, interacciones y cuestionamientos. De ahí que el vídeo se vuelva un macro-tema en la película y que sea casi vidente la visión que se tiene sobre el empleo y utilización del vídeo, ahora, para el cine. Fritz cree que por medio del vídeo se va a alejar de las intenciones comerciales que connotan mucho al cine contemporáneo, y así dar una perspectiva más pura, como ya lo había dicho, de la vida que quiere documentar el arte audiovisual. Por este deseo, el director, al principio le da dos cámaras a un grupo de cuatro niños, para que desde su cercanía inocente con la ciudad, logren mostrarla como es realmente. Aunque después Fritz descarta su experimento y prefiere, como lo quiso el director Dziga Vertov, emplear a la cámara únicamente para el trabajo de documentar y mostrar, después, la vida y el mundo. Y de eso se burla Winter al llamarlo “el Dziga Vertov de los 90”; y es burla pero es en serio, pues busca devolver la confianza a Friedrich para que acepte que un hombre que hace cine, debe hacerlo con los ojos, los cuales no están en la espalda sino en la cara, y no solo eso: el verso más trabajado de Pessoa lo confirma. El poeta lisbonés escribió: “A plena luz del día los sonidos brillan”. No solo se deben ver las imágenes, sino también, se deben ver los sonidos. Hay toda una renovación que se aprende para tres personas –y vuelvo al aprendizaje: Winter, Fritz y el espectador.
“Historia de Lisboa” es una película entrañable, con unos personajes fascinantes y a la vez misteriosos. Llena de melancolía y esperanza, “Historia de Lisboa” encanta no solo a los personajes que viven su Historia, sino también a nosotros que como espectadores aprendemos, buscamos y compartimos el triunfo de hacer un cine honesto y creativo.
(Madredeus interpretando Alfama:)